miércoles, 20 de mayo de 2009

La Cegua

Bella morena de ojos negros y prufundos, cuerpo esbelto y hermoso, cabello largo y labios gruesos y provocadores. Esta bella dama es la que suele enamorar y atraer hombres de todos los sitios, hombres que caen rendidos ante su primer mirada sensual. Se cuenta que a esta mujer con frecuencia se le observa en las fiestas y bailes en los pueblos, donde infaltablemente llega y coquetea con cuanto hombre le insinúe las más sucias proposiciones.

Más de uno la ha logrado conquistar, la ha logrado cautivar, capturar su corazón y ganarse un tiempo a solas con su entrañable mirada, ganarse un tiempo de horror. Avanzada la noche se ve a esa bella dama, la cual no tiene nombre, no tiene identidad, abandonar la actividad en compañía de algún apuesto hombre de los tantos que intentaron enamorarla.

La luz de la luna y las hojas de un árbol de Guanacaste sirven de escenario para tan romàntica escena, donde dos vacas son las únicas espectadoras. Manoseos, caricias y demás que buscan terminar en esos labios, en esos labio gruesos que sonríen a cada palabra que el dice, pero sin pronunciar ni una sola.

Pero cuando todo parece salir bien y terminar románticamente, el pobre galán será participe, posiblemente, del acto más terrorífico que jamás ha vivido y si el susto no lo mata, posiblemente vivirá. Aquel tétrico escenario sería donde, tras intentarla besar, aquella bella morena convertiría su rostro en la de una bestia, la de una yegua, y su agudo y terrible grito quedaría por siempre rondando los oídos del pobre hombre, de quien creía que iba a tener otra "conquista" esa noche, de quien creía que iba a seguir viviendo feliz.

Se dice que la cegua sigue asistiendo a las fiestas, bailes y actividades, coqueteando y atrayendo tantos galanes como pueda, para matarlos del susto, hacerlos sufrir de esta manera. Algunos dicen que esta hermosa mujer tiene ese perpetuo castigo debido a un embrujo de un hechicero que debido a una infidelidad la sentenció a pasar sus días alejada de cualquier otro hombre, teniendo la necesidad de ahuyentar al desdichado que la tenga en su camino.